martes, 21 de septiembre de 2010

MURIÓ AUGUSTO ANGEL MAYA FORJADOR Y ESCULTOR DEL PENSAMIENTO AMBIENTAL LATINOAMERICANO. EN CLAVE FILOSÓFICA POÉTICA.

En Cali, Colombia, el 11 de setiembre de 2010, murió Augusto Angel Maya. Su cuerpo yacente emprendió vuelo rumbo al Panteón Mitológico de los Maestros de Maestros del Pensamiento Ambiental Latinoamericano.
Augusto ha estado desde los peldaños inaugurales transitando la construcción de un camino contrahegemónico sobre la perspectiva ambiental, anclado en una mirada de cuestionamiento radical a la Metafísica Occidental. Desde la mismísima reunión de Estocolmo en 1972, se afilia a una perspectiva latinoamericana fundada en la perspectiva política de que para superar la crisis ambiental que comenzaba a visualizarse, era imprescindible generar un giro ideológico copernicano, y quela ruta que se abría estaba pavimentada por una nueva filosofía, una nueva concepción de la Ética, desanclada de los imperativos kantianos y, fundamentalmente, de un nuevo y diferente imaginario sobre lo humano, inmerso en la mismidad del mundo natural.
Integra la avanzada de pensadores que imprimen una marca imborrable en el PNUMA y en el área de Formación Ambiental. Docente de la Universidad de Colombia, en 1991 es uno de los fundadores de IDEA, Instituto de Estudios Ambientales, un espacio incomparable en la Región, desde el que se escribieran los lenguajes más desafiantes sobre la crisis ambiental y la configuración de una gramática vestida con inéditos alfabetos ambientales.
En 1985 es uno de los engranajes claves para la realización del 1er. Seminario sobre Universidad y Ambiente. Se desata ulteriormente en toda la región latinoamericana un intenso ventarrón ambientalista, teniendo como señales referenciales la formación de espacios académicos abiertos al abordaje del desafío ambiental. Luego, 14 años después, es el factótum del 2° Seminario, en el que deja la impronta de la filosofía Ambiental y de la Ética Ambiental.
En un escrito anterior, Fragilidad Ambiental de la Cultura, dibuja la huella inconfundible de las relaciones retroactuantes entre las culturas y los ecosistemas. Desnuda la soberbia de la Cultura Moderna, superflua metástasis Metafísica, de poco menos de 3 siglos, especializada en la devastación del planeta, acosado por su tecnologización irredimible y su economicismo genocida, petulantes ignaros de la biodiversidad natural y de la diversidad cultural.

En el 2° Seminario Augusto formula la idea de que “para entender el problema ambiental, y aportar soluciones eficaces, es necesario, por tanto, entender el orden ecosistémico, pero al mismo tiempo, es imprescindible comprender el orden cultural. Y recuerda que la cultura no es sólo un amasijo de instrumentos físicos. También es igualmente producción económica, organización social y política, ciencia, filosofía, ética y un poco de sueños.” Queda escrito de modo imborrable que la transformación integral del mundo no es una cuestión tecnológica sino, y sobre todo, de una imprescindible subversión epistemológica.

Desde los 70 el campo de batalla del ambientalismo construye en Latinoamérica una visión contrahegemónica, una visión que aporta ríos inaugurales y caudalosos. Uno de ellos, convertido en su carnet de identidad, será el concepto Ambiente. Augusto vuela en torno al mapa oficial de la Filosofía establecida, y poetiza una narración incomparable sobre la esquizofrenia de occidente y sobre sus fundantes artefactos filosófico y ético como el cartesianismo reduccionista y el kantismo mutilador del ecosistema.

Augusto, Maestro de Maestros, nos deja un legado inclaudicable, una responsabilidad intransferible y una decisión irrevocable para enfrentar la Crisis Ambiental. Nos convoca a un imaginario desafiante: repensar la ciencia, consolidar la Filosofía Ambiental y reinaugurar una nueva estética. Otro conocimiento es posible y urgente de construir, sólo si repensamos la educación en términos de complementariedad, solidaridad y de recodificación del mecanicismo reduccionista, desde un magma educativo cuya energía vital, la ética ambiental, destierre para los tiempos la lógica de la separatividad surgida al conjuro de la metafísica platónica.

Dice Augusto, “precisamos un cambio de piel, desde la tecnología hasta el mito”. Se ha ido la piel del Maestro, pero nos quedan sus postulados de cambio, El Pensamiento Ambiental Latinoamericano encontró en Augusto Angel Maya al escultor de una nueva estética, al pintor de un paisaje donde la vida pueda ser vivida, y al poeta que reinauguró desde la Filosofía Ambiental la “Razón de la Vida”.

Augusto arraigó en la matriz latinoamericana y en la Educación Ambiental el espacio de la esperanza, y la esperanza de tener un espacio identitario forjado en la fragua del Diálogo de Saberes. Desde esa encrucijada nos convoca a pensar sobre la imposibilidad de Ser de la Cultura Moderna, ya que su destino de crecimiento sin límites, va construyendo las palas con las que cava su propia sepultura. Si bien la voracidad insaciable y obscena de la racionalidad capitalista no tiene límites, la Pacha Mama si los tiene.

La amenazas que enfrentamos nos impulsan a repensar la cultura depredatoria del totalitarismo economicista- Construir otra cultura es el deber responsable que tenemos. Es un deber intransferible. Pues implica navegar por los mares de la Filosofía Ambiental, con nuevas embarcaciones conceptuales y cartografías epistémicas, para que podamos desplegar las velas de las nuevas ideas que nos llevarán a los puertos donde se conjugará la alianza entre la cultura y el ecosistema. Insistió incansablemente que a la Crisis Ambiental, como Crisis Civilizacional, se la debía enfrentar con una nueva Ética que incluya el sentido de la vida en todas las vidas.

A los 77 años, en Cali, Colombia, Augusto Angel Maya murió. Durante 77 años luchó, educó, filosofó, poetizó, amó la vida, caminó, voló, recorrió la historia del pensamiento e incrustó un nuevo pensamiento en la historia, esculpió ideas ambientales y pintó celajes de una estética compleja, clamó palabras que aún resuenan por los territorios esperanzados de Latinoamérica. Ha muerto Augusto y se agigantó su idea, yace en una tumba y vuela eternamente por los cielos del Pensamiento Ambiental Latinoamericano, convocándonos a un tiempo azul y luminoso.

Carlos Galano
Director Académico de la Escuela de Educación
Y Formación Ambiental Chico Mendes.
En Rosario, la ciudad del Río Marrón.
Setiembre de 2010,

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