martes, 21 de septiembre de 2010

MURIÓ AUGUSTO ANGEL MAYA FORJADOR Y ESCULTOR DEL PENSAMIENTO AMBIENTAL LATINOAMERICANO. EN CLAVE FILOSÓFICA POÉTICA.

En Cali, Colombia, el 11 de setiembre de 2010, murió Augusto Angel Maya. Su cuerpo yacente emprendió vuelo rumbo al Panteón Mitológico de los Maestros de Maestros del Pensamiento Ambiental Latinoamericano.
Augusto ha estado desde los peldaños inaugurales transitando la construcción de un camino contrahegemónico sobre la perspectiva ambiental, anclado en una mirada de cuestionamiento radical a la Metafísica Occidental. Desde la mismísima reunión de Estocolmo en 1972, se afilia a una perspectiva latinoamericana fundada en la perspectiva política de que para superar la crisis ambiental que comenzaba a visualizarse, era imprescindible generar un giro ideológico copernicano, y quela ruta que se abría estaba pavimentada por una nueva filosofía, una nueva concepción de la Ética, desanclada de los imperativos kantianos y, fundamentalmente, de un nuevo y diferente imaginario sobre lo humano, inmerso en la mismidad del mundo natural.
Integra la avanzada de pensadores que imprimen una marca imborrable en el PNUMA y en el área de Formación Ambiental. Docente de la Universidad de Colombia, en 1991 es uno de los fundadores de IDEA, Instituto de Estudios Ambientales, un espacio incomparable en la Región, desde el que se escribieran los lenguajes más desafiantes sobre la crisis ambiental y la configuración de una gramática vestida con inéditos alfabetos ambientales.
En 1985 es uno de los engranajes claves para la realización del 1er. Seminario sobre Universidad y Ambiente. Se desata ulteriormente en toda la región latinoamericana un intenso ventarrón ambientalista, teniendo como señales referenciales la formación de espacios académicos abiertos al abordaje del desafío ambiental. Luego, 14 años después, es el factótum del 2° Seminario, en el que deja la impronta de la filosofía Ambiental y de la Ética Ambiental.
En un escrito anterior, Fragilidad Ambiental de la Cultura, dibuja la huella inconfundible de las relaciones retroactuantes entre las culturas y los ecosistemas. Desnuda la soberbia de la Cultura Moderna, superflua metástasis Metafísica, de poco menos de 3 siglos, especializada en la devastación del planeta, acosado por su tecnologización irredimible y su economicismo genocida, petulantes ignaros de la biodiversidad natural y de la diversidad cultural.

En el 2° Seminario Augusto formula la idea de que “para entender el problema ambiental, y aportar soluciones eficaces, es necesario, por tanto, entender el orden ecosistémico, pero al mismo tiempo, es imprescindible comprender el orden cultural. Y recuerda que la cultura no es sólo un amasijo de instrumentos físicos. También es igualmente producción económica, organización social y política, ciencia, filosofía, ética y un poco de sueños.” Queda escrito de modo imborrable que la transformación integral del mundo no es una cuestión tecnológica sino, y sobre todo, de una imprescindible subversión epistemológica.

Desde los 70 el campo de batalla del ambientalismo construye en Latinoamérica una visión contrahegemónica, una visión que aporta ríos inaugurales y caudalosos. Uno de ellos, convertido en su carnet de identidad, será el concepto Ambiente. Augusto vuela en torno al mapa oficial de la Filosofía establecida, y poetiza una narración incomparable sobre la esquizofrenia de occidente y sobre sus fundantes artefactos filosófico y ético como el cartesianismo reduccionista y el kantismo mutilador del ecosistema.

Augusto, Maestro de Maestros, nos deja un legado inclaudicable, una responsabilidad intransferible y una decisión irrevocable para enfrentar la Crisis Ambiental. Nos convoca a un imaginario desafiante: repensar la ciencia, consolidar la Filosofía Ambiental y reinaugurar una nueva estética. Otro conocimiento es posible y urgente de construir, sólo si repensamos la educación en términos de complementariedad, solidaridad y de recodificación del mecanicismo reduccionista, desde un magma educativo cuya energía vital, la ética ambiental, destierre para los tiempos la lógica de la separatividad surgida al conjuro de la metafísica platónica.

Dice Augusto, “precisamos un cambio de piel, desde la tecnología hasta el mito”. Se ha ido la piel del Maestro, pero nos quedan sus postulados de cambio, El Pensamiento Ambiental Latinoamericano encontró en Augusto Angel Maya al escultor de una nueva estética, al pintor de un paisaje donde la vida pueda ser vivida, y al poeta que reinauguró desde la Filosofía Ambiental la “Razón de la Vida”.

Augusto arraigó en la matriz latinoamericana y en la Educación Ambiental el espacio de la esperanza, y la esperanza de tener un espacio identitario forjado en la fragua del Diálogo de Saberes. Desde esa encrucijada nos convoca a pensar sobre la imposibilidad de Ser de la Cultura Moderna, ya que su destino de crecimiento sin límites, va construyendo las palas con las que cava su propia sepultura. Si bien la voracidad insaciable y obscena de la racionalidad capitalista no tiene límites, la Pacha Mama si los tiene.

La amenazas que enfrentamos nos impulsan a repensar la cultura depredatoria del totalitarismo economicista- Construir otra cultura es el deber responsable que tenemos. Es un deber intransferible. Pues implica navegar por los mares de la Filosofía Ambiental, con nuevas embarcaciones conceptuales y cartografías epistémicas, para que podamos desplegar las velas de las nuevas ideas que nos llevarán a los puertos donde se conjugará la alianza entre la cultura y el ecosistema. Insistió incansablemente que a la Crisis Ambiental, como Crisis Civilizacional, se la debía enfrentar con una nueva Ética que incluya el sentido de la vida en todas las vidas.

A los 77 años, en Cali, Colombia, Augusto Angel Maya murió. Durante 77 años luchó, educó, filosofó, poetizó, amó la vida, caminó, voló, recorrió la historia del pensamiento e incrustó un nuevo pensamiento en la historia, esculpió ideas ambientales y pintó celajes de una estética compleja, clamó palabras que aún resuenan por los territorios esperanzados de Latinoamérica. Ha muerto Augusto y se agigantó su idea, yace en una tumba y vuela eternamente por los cielos del Pensamiento Ambiental Latinoamericano, convocándonos a un tiempo azul y luminoso.

Carlos Galano
Director Académico de la Escuela de Educación
Y Formación Ambiental Chico Mendes.
En Rosario, la ciudad del Río Marrón.
Setiembre de 2010,

domingo, 12 de septiembre de 2010

LA ABUELA GRILLO

LA ABUELA GRILLO
Adaptado de una leyenda del pueblo ayoreo del Chaco Boreal.
Corto animado producido en The Animation Workshop en Viborg, Dinamarca, por The Animation Workshop, Nicobis, Escorzo, y la Comunidad de Animadores Bolivianos, el cual tiene el apoyo del Gobierno de Dinamarca. Música principal "Chillchi Parita" compuesta y cantada por Luzmila Carpio, embajadora de Bolivia en Francia.

viernes, 10 de septiembre de 2010

LA BAJANTE DEL PARANÁ: EL RÍO QUE SE OLVIDÓ DE SER: PORQUE LAS PERDICES PONEN HUEVOS Y NO TIENEN CRÍAS. Marzo de 2009.

El Río Paraná ha girado dramáticamente su ciclo hidrológico. Cuando debiera estar en la fase de creciente, como ocurre desde siempre en los plenos finales del verano,  padece  una bajante sin recuerdos. En algunos tramos de su curso se ha desnudado el lecho y en otros, al inicio del delta, las transformaciones paisajísticas son de magnitud, al punto de que pareciera otro río, con bancos e isletas que, a veces, lo transforman en apenas un arroyo…

La emergencia ambiental ha sido abordada desde la cuantofrenia,   tan cara a Galileo. Y ante la perplejidad y- en ocasiones - mansedumbre de la Opinión Pública los medios masivos de comunicación abordaron la bajante compartiendo una verdadera maratón de datos sobre el tamaño de su estío. Que si 2,61m en tal lugar, o si 3,25, en otro. Si 20 metros en Iguazú o 5,80 en el tramo del Paraná Medio. Que si el dato  de estos indicadores se corresponden con las variantes de bajantes anteriores. El empecinamiento matematizado obedece a la obsesión  por cuantificar la magnitud de las sequías, la velocidad de los vientos tormentosos que asolaron la región del centro pampeano y litoraleño. Todo queda resumido a números incomprensibles, ajenos a la vida, deserotizados.

 Somos espectadores de una ardua porfía cuantitativa- cuyas andanadas- salvo excepciones, surgen de la garganta profunda (al parecer algo aguardentosa por beber tanto agroquímico) de múltiples canales comunicacionales. En ocasiones el acertijo ha sido engolado por voces de rigor objetivo y científico, confirmando en general la cabalgata  estadística de la racionalidad economicista sobre la tragedia revestida de Crisis Ambiental. Asistimos atónitos a una infatigable saga numérica   narrada sin aliento climático y con evanescente fugacidad, para que la catástrofe hídrica del Padre de las Aguas, quedara circunscripta sólo a hermetismos pluviales y desvinculando pertinazmente la imagen de los suelos sedientos y agrietados por la sequía en la Pampa Gringa y la Región Chaqueña, los mustios paisajes y tantas vidas tronchadas de la devastación con desatinos ecosistémicos que ha producido la expansión de la frontera agraria a caballo de un productivismo univoco .


No podemos descontextualizar la bajante del Paraná y la sequía extendida, encarando su análisis desacoplado de los conflictos crecientes nacidos en el vientre impredecible del Cambio Climático. El Cambio Climático, horizonte excluyente de estos tiempos, ha sido concebido por la deserotización de la vida y la cultura y puede- a veces - manifestarse  como Efecto Invernadero, otras como derretimiento de hielos y glaciares,  pero siempre produciendo una inmensa y vertiginosa pérdida de biodiversidad, un preocupante  aumento del nivel de los mares; haciéndolo cada vez más desde una racionalidad implacable para deforestar montes y selvas, siempre latiendo el pensamiento desolado por los procesos de erosión y desertificación imparables, asociados al malestar cultural cuyo exponente más viciado es el   vaciamiento de sentidos existenciales en los ámbitos urbanos, especialmente metropolitanos. Este paisaje transido de tensiones, presagios y dolores es la matriz de la Crisis Ambiental, ahí debería  focalizarse la reflexión de la bajante del Paraná.

Desde el Pensamiento Ambiental Latinoamericano expresamos que la Crisis Ambiental es una crisis de civilización. Es la crisis de un modelo económico, tecnológico y cultural que ha depredado a la naturaleza y negado a las culturas alternas;el Modelo Civilizatorio dominante que degrada el ambiente, subvalora la diversidad cultural y desconoce al Otro (al indígena, al pobre, a la mujer, al negro, al Sur), mientras privilegia un modo de producción y un estilo de vida insustentables que se han vuelto hegemónicos en el proceso de globalización.  

Con estos grafos se escribe el relato actual. La Crisis Ambiental estalla como fuegos de artificios en las turbulencias de infinitos conflictos ambientales. La geografía  ignorada del país, condenada al destierro por la vorágine del productivismo insaciable,  intenta sobreponerse ante el eco de la tragedia de las tierras afectadas por la sojización, la minería a cielo abierto, la tecnologización de los cursos de agua, el desmantelamiento del manto forestal y las contaminaciones de tanta industria malsana y de tanto agro intoxicador, y sacude la conciencia ambiental desde los intersticios veraniegos arrebatados de calores infernales. El drama de este tiempo, abierto al desafío de pensar lo impensado, se mece descomedido en las turgencias del Paraná en bajante. También el desatino de los tambores productivistas fogoneados por la Racionalidad Instrumental, se opaca  en la mortecina sequía y en la  silenciada turbulencia pantanosa que arrasara Tartagal, y porque no- también- en las inesperadas tormentas embravecidas.

Esas escrituras  del drama anunciado, ya se encontraban esculpidas en el frontispicio de la seudolegitimidad del conocimiento insustentable, su semántica moderna de talante progresista, coaguló en prótesis tecnologizadas como garras, que, finalmente, se hundieron inescrupulosamente en los barros contaminados del Paradigma Mecanicista. En él, el imperio del fragmento y la simplificación metafísica, contribuyen a producir  la cosificación de los recursos, para que la naturaleza sea despojada de su complejidad y pueda asegurarse- con la transgresión de sus límites biofísicos- el destierro de la Ética y el Ecocidio sin retorno.

En este trasfondo anida el malestar ambiental, sembrado de pobrezas infinitas e injusticias ambientales inacabables. Malestar estrechamente asociado al deterioro vertiginoso de los ecosistemas pampeanos y chaqueños. Aquí, en esta encrucijada, es donde debemos inscribir los vientos desangelados del Nuevo Bloque Dominante en Construcción, donde el “Poder del Campo”, adquiere la arquitectura textualizada por  la alianza con las multinacionales agroquímicas y alimentarias,  apropiadoras de ganancias siderales, a costa de la diversidad natural y cultural,  con la bendición de un fantasmático sortilegio nacido en las entrañas del Imperio Mass Mediático.

Esta mirada sobre los tiempos de bajantes y sequías, es una mirada al acecho, es una mirada atenta como cuando se hace la travesía por el desierto. Esta mirada del acecho es también la misma mirada de acecho de un chacarero con el que hablamos luego de unas clases dictadas en el sur santafecino. Este hombre sabio, acuñó para poder pedagogizar los cambios inéditos que se están produciendo en el entorno, cambios inéditos y sorprendentes y que él vinculaba con la tecnologización agroquímica de la producción agraria que “las perdices ahora ponen huevos y no tienen crías”. Y nosotros, desde la Escuela Chico Mendes, abrevando en el pensamiento del acecho, sostenemos que el indicador de las perdices infértiles, inhibidas en su reproducción  por el ecocidio que produce el latifundio genético, abre las compuertas de “un tiempo que da que pensar y que reclama ser pensado” (Heidegger) y que este escenario enfocado por los huevos sin vida es el espacio donde se desarrolla la tragedia de la sequía y la bajante del Río Paraná.

Pensar la sequía y la bajante del Paraná, el río que se olvidó de ser, en tiempos de monoproducción transgénica, no remite solamente al recuerdo de la mercantilización del aire, el agua, los alimentos, el oxígeno, los rituales y la intimidad misma de la vida; la espectacularización y venta del deseo, la objetivación de la animación, su reducción a cuentas, meros indicadores matemáticos, a como se  rompen a diario los más intrincados tejidos de la vida, el inmenso y doloroso sacrificio de la vida, la explotación de la tierra hasta su desertización, la compra venta de las emociones y las nuevas formas de esclavitud y de miseria humana y cultural por todos conocidos pero escasamente comprendidos, (Noguera), sino, particularmente, al desmantelamiento de esa biodiversidad natural y el aniquilamiento de la diversidad cultural, al amparo del despliegue de la soja por los terrenos pampeanos y chaqueños y de otras lejanías, inscriptos en los desbordes de la conciencia racional calculadora.

Pensar a la naturaleza en su complejidad implica  repenasar los conceptos básicos de los últimos 350 años. Razón, sujeto, objeto, individuo, sociedad, naturaleza, verdad, libertad son conceptos legalizados en la modernidad por el arsenal iluminista pero que han sido arrebatados por el vacío economicista labrados por la prosa de la lógica productivista “devastadora  y pedante” (Noguera) y en estado de inanición, aunque siguen siendo el  glosario de la Mesa de Enlace Campestre, especialista en “des-enlace” para con la vida Toda...  Esta lógica única y global de mercado, codifica al ambiente desde el  corset de la lógica moderna insustentable (Descartes, Galileo, Newton…)que ordena  mecánicamente,   llegando a traducir la vida de la complejidad ambiental en apenas una voluminosa canasta de recursos.

Se confirma indubitablemente que la lógica productivista de la Modernidad Insustentable está “obsesionada por el gran tamaño, o del tipo de tamaño es poder, el volumen es éxito”.(Bauman). De ese modo la sojización desterritorializadora de la diversidad, ha podido cumplir los afanes del progreso moderno, para que los patrones campestres pudieran avanzar hasta el final, armados con el conocimiento insustentable y con el respaldo devastador de la biotecnología antiética,  llevando a inscribir a la “comarca de las aguas”, en las fauces del capital internacional. El escenario goyesco ha sido pintado con los grises de la cremación de la biodiversidad en las arenas del glifosato y tantos otros agroquímicos, y el paisaje  queda extenuado para que la Racionalidad Instrumental en la “Absoluta indiferencia por la Otredad”, replique el lenguaje unitario de la disolución del Ser.

La colonización exterminadora alcanza su clímax en el punto de confluencia de la producción agraria sojizada con el Programa IIRSA (Integración de Infraestructuras Regional de Sudamérica), especialmente en el despligue de uno de los ejes, Hidrovía Paraná- Paraguay. Sin incorporar al escenario el baile macabro que danzan los especialistas del “culto al dinero y del éxito intramundano”, el extrañamiento dialéctico en retroalimentación entrópica entre Productivismo Transgénico e IIRSA, no estaremos en condiciones de ver “La evolución del Mundo, en especial de nuestras comarcas, como una Fiesta de Suicidas”-(Sloterdijk).El I.I.R.S.A., es un proyecto  sustentado en  la Racionalidad Instrumental y toda la liturgia economicista salida de las agencias internacionales como el BID y similares ahora en colapso- entre otros- con el objetivo de realizar  obras en el cauce de los ríos Paraná y Paraguay. Se están haciendo ya obras de corrección a los desatinos de la naturaleza, dicen,  siempre tan ignorante e incorregible, para hacer navegable este sistema hidrológico todos los días del año las 24 horas, para grandes trenes de barcazas. Con intervenciones tecnológicas y correcciones de los cursos, cauces, profundidades y levantamiento de terraplenes, especialmente en la región de los humedales, se busca transportar la mayor carga posible en el menor tiempo posible, con los menores costos operativos. Los impactos sobre la Salud de los Ecosistemas serán descomunales a corto plazo, inclusive ya los estamos padeciendo.

Poblaciones enteras, millones de personas, lugarizadas y cobijadas por un manto cultural, social y económico, territorializadas  en millones de KM2, serán desarraigadas y travestidas en Refugiados Ambientales. IIRSA promueve la domesticación de los ríos, la alteración de los ecosistemas de la Comarca del Agua, y la reducción de esta región, florecida en diversidad cultural y potenciales de la naturaleza, a una mueca geográfica para que la cartografía identitaria quede macerada en  suelos espectrales, donde los productores de materias primas agrarias, especialmente transgenizada como la soja, forestales y mineras, (en connivencia y colonizados por las multinacionales, cabalgando bizarros por los recodos de la lógica unitaria y global de mercado) cumplan los rituales de sepultureros de los sentidos existenciales, y  se regodeen en su “Fascismo de Entretenimiento, un fascismo de sociedades exhaustas y sin compasión”, (Sloterdijk),  donde  la democracia habrá de naufragar en la “inverosimilitud”.
Sobre esta  trama reflexiva deseamos citar al investigador de la UBA Luís Sabini Fernández en su trabajo “Imperio y Soja”  y reflexiona que “la soja es a horcajadas del cambio de siglo lo que el azúcar americano fuera en el 1600 o el algodón en el siglo XIX. Vior dice que hay que visualizarla hoy en día como en su momento fue el quebracho en el norte argentino hace un siglo... como una era. Por eso él habla de “el complejo mundial de la soja”. También se lo podría calificar como lo hiciera con precisión un colega, Pablo Stefanoni, “el complejo genético-político-industrial estadounidense”. Y los laboratorios “sojeros” hacen referencia al “País de la Soja”; un “territorio” interior sudamericano de millones de km2… que los laboratorios transgénicos, obviamente, consideran propio.  En este territorio la fumigación aérea (los “vuelos rasantes”) destroza la vida de los pequeños campesinos,  aquellos que viven y trabajan con producción familiar, diversa, tradicional u orgánica, para consumo local.  Asi el Imperio Sojero Neoliberal  eficientiza el derrame de millones de litros de Glifosato guiando a los aviones con la brújula de cuerpecitos infantiles con un banderín en la mano, LOS NIÑOS BANDERAS.( En los 90 fueron los  NIÑOS PALOMAS la metáfora de la implosión de la sociedad, cuando la bomba neutrónica neoliberal fue arrojada sobre la sociedad argentina sin anestesia y con convertibilidad)
 Al respecto, Luis Sabini, se/nos pregunta: ¿Son los banderilleros argentinos nuestros niños palestinos arruinados por las balas de la agroindustria en este caso, y de algún modo encarnan a toda una sociedad agredida por el éxito monetario y fácil de la agroindustria?.¿Dónde está el asiento social desde el cual se podrá medir el grado de contaminación, el alcance de los cánceres, de las alergias, de las malformaciones congénitas, de las mutaciones?
Para los adelantados de la Sociedad de la Información el único desafío, aún inconcluso, consiste en rediseñar la esperanza y el deseo con la pretensión de ajustarlo a la lógica de la perentoriedad y al “nuevo individualismo de apartamento, donde la insularidad se convierte en la definición misma de individuo”, con el que habrá de enhebrase esa difusa categoría de Opinión Pública, amansada por la parafernalia masmediática, cada día más campestre y menos ciudadana.

Desde esta postura al estilo Hernán Cortés, queman las naves de los nuevos conocimientos científicos como el de la Complejidad Ambiental y  sueltan las amarras de una nueva racionalidad productiva respetuosa de la producción “ecotecnológica de cada región y da cada ecosistema, a partir de los potenciales de la naturaleza y de los valores de la cultura”, con el desfachatado interés de ritualizar la desmemoria del mercado como ley suprema de la economía, y desterrar del mapa de la justicia ambiental la visón de  que el “territorio es la espacialización de la diversidad cultural”.

La colonización del pensamiento que se destempla en Cambio Climático y expresa la fase terminal de una etapa histórica Insustentable escrita con la literatura de la Crisis Ambiental, habrá de despertar en los pueblos los sentidos existenciales del arraigo y la identidad. “Todos los pueblos colonizados tienen conciencia de que su verdadera historia ha sido proscripta por el colonizador, tal como el Latifundio Genético ha proscrito a  la Soberanía Alimentaria y la Salud de los Ecosistemas. Pero los colonizados por el exterminio del Productivismo Agrario,  saben que la suya es una historia oculta, clandestina, negada. Saben, también que, pese a todo, esa historia existe y que su prueba evidente es la existencia de cada Pueblo”:
Pueblos Originarios, Agricultores Unifamiliares, los Niños Banderas, las Poblaciones Inundadas o carentes de Agua, las Poblaciones que beben Aguas Contaminadas, arsenizadas y/o salinizadas, los Pescadores de Río que se quedan sin río y sin peces porque las aguas bajan de nivel (o turbias,  contaminadas con deshechos industriales y agrotóxicos )Habitantes de  Bosques y Montes en errancia de intemperies por el desmonte inmisericorde, desarraigados de Humedales como los del Paraná Medio o los Bajos Submeridionales, dolientes enfermos de cáncer producido por venenos como el Glisfosato y tantos otros clamores sitiados por la sordina de la LIBERTAD DE LOS NEGOCIOS Y EL DERECHO POSITIVO, (Descartes , Kant ) en estado de pureza sojera, son la tragedia que relata que el “campo ha sido arrastrado por el cultivar de otro género, un cultivar  que emplaza a la naturaleza. La emplaza con el sentido de provocación, la agricultura es ahora industria mecanizada de la Alimentación”. Y-paradojicamente- la agricultura Mecanizada para la Alimentación, luego de la Revolución Verde y la Genetización, ya produce en el siglo XXI más hambre, más desnutrición infantil y mas deterioro de los suelos que nunca.

Se rescribe la Geografía con los grafos y la lógica del dominio.  La globalización de la producción transgenizada se convierte en Latifundio Genético. La Geografía Humana ya no sabe de las poblaciones, ahora debe geografíar el desamparo de los Refugiados Ambientales. Los ejecutores campestres de la expansión de la frontera agraria( bajo el imperio sojero) rompen los horizontes dilatados construyendo un muro impenetrable y discriminatorio, y cual cruzados del siglo XXI lanzan las enormes maquinarias agrícolas de diseño intimidatorio y valores inaccesibles, para que el pueblo oiga la buena nueva del ecocidio.

La bajante del Paraná -el río que se olvidó de ser -debe reorientar la mirada economicista hacia la consideración de que los “bienes ambientales son valorizados por la cultura a través de cosmovisiones, sentimientos y creencias que son resultado de prácticas milenarias de transformación y co-evolución con la naturaleza. El reconocimiento de los límites de la intervención cultural en la naturaleza significa también aceptar los límites de la tecnología que ha llegado a suplantar los valores humanos por la eficiencia de la razón utilitarista. (Manifiesto por la vida).

La estrategia geopolítica puesta en marcha por el nuevo Bloque de Poder en Reorganización, produce un fenomenal proceso de desterritorialización y rediseña nuevas cartografías funcionales  a la economía del despilfarro. Sobre esto Carlos Walter Porto manifiesta  “Hoy, sin embargo, con la unión entre el capital agrario y el industrial, el financiero, el de las grandes empresas de mass media y el mundo técnico-científico, de organización en red, está en curso el proceso de expropiación no sólo de los recursos naturales sino, principalmente, de los conocimientos de los campesinados y de los pueblos originarios, lo que implica, una vez más, desterritorializarlos, ahora por la des-localización del locus de producción de conocimiento en la relación directa con la naturaleza por y para una relación mediatizada por los laboratorios, cada vez más empresariales – finalmente, al retirar del lugar, o mejor, retirar de los hombres y de las mujeres del lugar el poder de reproducirse por medio de los propios conocimientos. No olvidemos que cada semilla contiene no sólo el germen del alimento, sino además conocimiento –en ese caso, información genética culturalmente elaborada. Hoy, la posibilidad de existencia de esos grupos está directamente vinculada a su capacidad de desarrollar una lucha política en el núcleo del locus de bifurcación tecnológica,   pasando a constituir el atractor de un sistema emergente (Prigogine) que tenga en la productividad biológica primaria, en la justicia social y en la diversidad cultural los soportes de una racionalidad ambiental (Leff, 2006) – en resumen, de proponer una nueva lógica a la técnica, de afirmar otra (tecno)lógica que no abdique de una ética y de una moral expresada políticamente por nuevas y, principalmente, otras prácticas.
La Bajante del Paraná, las sequías y las tormentas atormentadas que se abaten sobre los territorios desangelados de nuestra realidad, refleja el destino que impone a las naciones y a los pueblos el proceso de globalización en marcha.  Sobre esto el Manifiesto por la Vida afirma “Si la dominación es una de las formas esenciales del mal, abolir es el bien supremo. Ello significa desatar los nudos del pensamiento y las estrategias de poder en el saber que nos someten a los dispositivos de sojuzgamiento activados en ideologías e instituciones sociales. La lucha contra la dominación es un proyecto moral cuyo núcleo consiste en cultivar una ética de las virtudes que nos permitan renunciar a los valores morales, los sistemas de organización política y los artefactos tecnológicos que han servido como medios de dominación. La Ética para la sustentabilidad es una ética de los derechos fundamentales predicables que promueve la dignidad humana como el valor más alto y condición fundamental para reconstruir las relaciones del ser humano con la naturaleza. Esta es la ética que debemos imponer si queremos que las perdices pongan huevos y tengan crías. Es una ética de la solidaridad que rebasa el individualismo para fundarse en el reconocimiento de la otredad y de la diferencia, una ética democrática participativa que promueve el pluralismo, que reconoce el derecho de las minorías y las protege de los abusos que les pueden causar los diferentes grupos de poder.
Frente a los derechos de propiedad privada y la idea de un mercado neutro en el cual se expresan las preferencias individuales como fundamento para regular la oferta de bienes públicos, hoy emergen los derechos colectivos de los pueblos, los valores culturales de la naturaleza y las formas colectivas de propiedad y manejo de los bienes comunales, definiendo una ética del bien común y confrontando las estrategias de apropiación de la biodiversidad por parte de las corporaciones de la industria biotecnológica.
Cuando hace dos años, a través del Manifiesto para Ambientalizar la Vida,  presentábamos en sociedad a nuestra Escuela, decíamos que aspirábamos a arraigarnos en las llagas abiertas en la piel de la tierra, de tierras lugareñas como la que habitamos en el sentido del habitus y el afecto, en la región santafesina y a orillas del Río Paraná, para poder así repensar la sustentabilidad y reconstruir la cultura para que la morada del hombre cobije la vida, a todas las vidas. Nuestra querencia, afirmábamos, es nuestro propio lugar, el lugar que habitamos, como símbolo de la complejidad y el misterio. Decíamos también que queremos morar en el lugar como sujetos que se van coconstruyendo en coevolución con la naturaleza. Construir nuestro hábitat con el habitus de la solidaridad y el encantamiento.
En esos decires se inscriben estos nuevos, como obstinada invitación a repensar la vida desde la matriz latinoamericana del Saber Ambiental, para reencontrarnos y reencantarnos con otros futuros posibles desde el aquí y el ahora. Un porfiado convite a no olvidarnos de ser.
                                       Rosario, ciudad del Río Marrón, marzo de 2009

De tormentas, sequías y bajantes. Febrero de 2009.

De Tormentas, Sequías y Bajantes


         La trilogía tormentas, sequías y bajantes ocupó en los últimos meses la atención de los medios de comunicación y de la opinión pública. La tormenta que azotó la región de Rosario y a la propia ciudad, con sus muertes dolorosas, los heridos y tantos evacuados, así como los datos de tanta destrucción y sufrimiento ciudadano, llevan a manifestar nuestra sentida expresión de solidaridad y nuestra más enérgica convocatoria para generar políticas activas frente a las catástrofes.

         Por estos días y meses ante tanta tierra dolorida, tanta agua deseada, tanto padecimiento ciudadano, los medios de comunicación y también algunos especialistas enfrentaron el paisaje de tantas desventuras con información e interpretación de mero corte cuantitativo: pura matematización de los problemas que se soportan. Cuán larga es la sequía, cuán corta es la cantidad de agua que tiene el Paraná, cuánto llovió o dejó de llover, cuál es la velocidad del viento que tanta devastación produjo, a cuánto asciende la pérdida de los patrones de la producción agraria…

         Claro que poner en información adecuada y rápidamente comprensible favorecería tomar en cuenta cierta dimensión del problema. Pero la pregunta de las preguntas, el saber que cuestiona  e interroga la situación para inscribirla con perspectiva histórica y humana, es la pregunta de por qué la sequía tiene la dimensión colosal que adquirió, de por qué el río Paraná tiene la más grande bajante conocida cuando su ciclo hidrográfico de estos meses de verano es de creciente hasta llegar en marzo a su máximo caudal, por qué estas tormentas y vientos son tan devastadores y destructores en una región como la pampeana cuyo ciclo climático es de suaves pronunciamientos.

         Esas preguntas fueron soslayadas o colocadas en zonas de penumbras. No faltaron los periodistas que manifestaran que la Madre Natura se cobra lo que le estamos haciendo. Poniendo en la misma bolsa a los 270 magnates que tienen una inmensa riqueza similar a lo que se reparte entre 2.500 millones de habitantes. Han sobrado los periodistas y especialistas que apuntaron las dificultades a meras cuestiones administrativas o de políticas instrumentales sobre el crecimiento económico.

         Ante la Geografía enmudecida por los tatuajes insustentables inscriptos en la piel de la tierra arrasada en su biodiversidad, están las heridas de la transgénesis de la producción agraria. Está el Cambio Climático que no es una cuestión abstracta, producida por alguna culpabilidad bíblica. El Cambio Climático es la expresión de una cosmovisión del conocimiento al servicio de la depredación y de una organización de la producción y el consumo, fundados en la lógica del beneficio inmediato. Es el relato escrito por la Racionalidad Instrumental de la Ciencia Clásica y de la Economía Neoliberal que desconoce los límites de los ecosistemas y sólo sabe bañarse en los pantanos donde pocos ganan mucho, y muchos pierden tanto o todo.

         El Cambio Climático es el escenario histórico de nuestro tiempo. El Cambio Climático no es una abstracción, tal  como lo manifestara el investigador de la Universidad  de Harvard, quien hace pocos días estuvo en la  provincia de Santa Fe, y luego de escuchar las reflexiones de diversos representantes sociales y económicos- incluyendo al productivo agrario- expresara su perplejidad ante la incapacidad de relacionar el cambio climático con el proceso socioproductivo actual y con un concepción del conocimiento fundado en el economicismo depredador. A tal punto que concluyera que, en la Argentina,  no había inflación.  Sus interlocutores-comentó- quedaron sorprendidos por su afirmación a la que la vincularon con su “falta de conocimiento de las problemáticas de la realidad Argentina”. Entonces, el especialista universitario comentó: si en la Argentina hay inflación, también hay Cambio Climático. Sin embargo expresó su extrañeza por la imposibilidad de relacionar la destrucción de los equilibrios ecosistémicos con la aceleración vertiginosa de un modelo socioproductivo insustentable.

Desde la Escuela de Educación y Formación Ambiental  “Chico Méndes” sostenemos que la crisis en las regiones pampeanas y chaqueñas asoladas por la sequía, la bajante de los ríos, la violencia inusitada de tormentas y por el deterioro preocupante de los cursos de agua superficiales y subterráneos, así como  la vulnerabilidad en las condiciones de salud en áreas rurales y urbanas, se vincula con el cambio productivo en el sector agrario abierto por el Presidente  Menem y su Secretario de Agricultura Felipe Solá, quienes a caballo del Neoliberalismo triunfante abrieron las compuertas de la producción agraria al vendaval de la producción genética, particularmente de Soja.

El mapa productivo agrario del país cambió vertiginosamente. El océano de soja  rompió todas las fronteras productivas agrarias desmontando todos los obstáculos que se le presentaron. Miles de hectáreas de bosque cayeron bajo los golpes de furca de la sojización. Los ciclos agrarios quedaron subordinados a la homogenización de lo mismo, de lo igual, de la monoproducción sojera, ocupando todos los espacios, cerca de las ciudades, al costado de los caminos, en el corazón urbano de varias ciudades del sur santafesino, asesinando la biodiversidad natural y produciendo Refugiados Ambientales. Millones de litros de agroquímicos, altamente contaminantes- como el Glisfosato- se arrojaron sobre las tierras fértiles, sobre los cursos de agua; se quebrantó la Salud de los Ecosistemas. Solamente en la campaña agraria 2007/8 los patrones agrarios, la mayoría integrados a la Santa Alianza Campestre, derramaron sobre la piel de la tierra y con el sólo objetivo de aumentar sus inmensas ganancias, 170 millones de litros de Glisfosato.

Sobre el particular podemos decir que hace pocas semanas   la justicia cordobesa se pronunció sobre la contaminación producida por el Glisfosato en un barrio de Córdoba, al comprobarse el aumento de cáncer entre los vecinos del lugar, especialmente en los más  jóvenes.  Las mujeres con pañuelos en la cabeza y los niños con barbijos forman el escenario de espanto que comprobara la justicia de esa provincia y decidiera que el “Derecho a la Salud está por encima del derecho a hacer Negocios”. Se condenó a los productores sojeros, hubo allanamientos a chacras y se secuestraron a los aviones genocidas.

Ante el dolor producido por la tormenta en Rosario y su región, ante la desolación de la seguía, es cierto que debemos reclamar para que mejoren las condiciones de detección de conflictos atmosféricos, es cierto que debemos exigir el equipamiento con instrumentos de última generación al Servicio Meteorológico Nacional, es cierto que debemos reclamar al Estado que tenga la organización eficaz para enfrentar los desastres que produce el Cambio Climático.

Pero lo que también es cierto es que para enfrentar  esta crisis debemos reconocer que el Cambio Climático como expresión de la Crisis Ambiental, es la Crisis de un Modelo de Producción, de Consumo y de Conocimiento, de un modelo tecnológico como el implementado para aumentar las superficies cultivadas con soja transgénica, y de un modelo educativo que le es funcional.

Confrontar en este escenario implica avanzar en  un campo minado  por el poder; por un poder fundado en una concepción económica destructora de los ecosistemas, que enferma a la naturaleza y enferma a las personas, por un poder económico entramado en la urdimbre tejida por las multinacionales en alianza con el “complejo comunicacional”, que anuncian que este modelo productivo agrario es el único camino para resolver el problema del hambre en el mundo. Sin embargo ha sido, entre otros la OMS (Organización Mundial de la Salud), quien ha  desmentido esta aparente certeza y ha confirmado que esa producción fundada en la sojización no sólo no destierra el hambre, sino que también fomenta la desnutrición en los niños.

Aquí mismo en Rosario,  a través de diversas organizaciones de la ciudad, de distintas Facultades de la Universidad de Rosario como la Facultad de Ciencias Médicas, de investigadores prestigiosos, tantas veces silenciados, se ha difundido que este modelo productivo- en particular el agrario- por su potencia destructiva de la biodiversidad natural y cultural, coagulado en el unitarismo de la soja transgénica, que ha transformado la geografía diversa de nuestros ecosistemas en un Latifundio Genético,  es uno de los factores fundamentales para acelerar el Cambio Climático, con sus consecuentes sequías, tormentas arrasadoras.

La pregunta en estos tiempos tormentosos plagados de incertidumbres es por qué hay sequías, por qué los ríos disminuyen su caudal en su ciclo de crecientes, por qué los vientos huracanados y las tormentas despiadadas van configurando una nueva e inédita cartografía climática. Éste es el debate. En tal sentido, la Escuela “Chico Méndes” convoca a todos los sectores para reflexionar y actuar ante el rumbo de la insustentabilidad. Enfrentar el Cambio Climático y sus manifestaciones en el barrio, en la ciudad, en el deterioro de la salud, en el desencanto de la vida, en la violencia creciente, implica entre otros derroteros del pensamiento subir hasta las cumbres de la región pampeana y de su llanura sojizada, para poder ver en toda su dimensión la hondura de la derrota que nos ha propinado la Racionalidad Instrumental con el vocabulario  economicista y matematizado del neoliberalismo.

Rosario, ciudad del río marrón, febrero  de 2009

MANIFIESTO AMBIENTAL DEL BICENTENARIO

De los crujidos de una etapa histórica que marcó huellas profundas en la piel de la tierra y el alma delos pueblos, a reimaginar tiempos latinoamericanos y emancipatorios.
 
INTRODUCCIÓN
            Ante la conmemoración del Bicentenario de nuestra vida independiente, desde la Escuela de Educación y Formación Ambiental “Chico Mendes”, deseamos aportar algunas ideas con la intención de generar reflexiones y puntos de vista para la construcción de un pensamiento emancipador.
Lo hacemos convencidos de que los tiempos que vivimos y que habitamos tienen la fragilidad y la incertidumbre de la Crisis Ambiental. Pensamos que esta Crisis expresa los límites de la concepción de la racionalidad insustentable cuajada en las centurias de una Modernidad también insustentable. Sostenemos que es una crisis fundada en la cosificación del mundo, en el desconocimiento de lo otro y de la complejidad y que, al desconocer a la naturaleza como sujeto de derecho, la convierte en una canasta de recursos ilimitados, poniendo en peligro la diversidad cultural y degradando el ambiente.
            La historia de la Modernidad, proceso que involucra toda la etapa colonial y los siglos independientes, ha sojuzgado las señales de la diferencia y ha escrito la verdad absoluta modernista con un lenguaje herético y engañoso. Su configuración que desfiguró al ser, subyace en distintos vericuetos de los últimos cinco siglos, coincide con la formación del pensamiento científico de la ciencia clásica, con las corrientes empiristas, idealistas y materialistas y con las cartografías sustanciales que en las esferas políticas, sociales y económicas le otorgara el follaje protector de la desbordada pretensión iluminista-moderna. Las posiciones cartesianas, galileanas y kantianas condujeron irremediablemente a levantar el frente tormentoso de la Crisis Ambiental, visible desde hace cuarenta años, que hoy se agita empujada, sin retorno, por tantos desatinos simplificadores codificados con ensañamiento por la lógica del fragmento.
Los fastos del Bicentenario generan un clima propicio para repensar el pasado y reimaginar el futuro. La evocación de la Revolución de Mayo de 1810,  permite significar el  peldaño inaugural de la etapa independiente de lo que más tarde sería la Argentina, y se expande incontenible para asociarse a otros procesos emancipadores que germinarán, finalmente, durante el siglo XIX, en el nuevo ethos latinoamericano.
Sin embargo, y para ser fieles a la propia génesis emancipatoria de la región, es necesario recordar que el primer grito libertario se produjo en una de las mitades geográficas de una isla caribeña, poblada por negros esclavos, en Haití, colonia francesa, en 1804,  en pleno apogeo del Poder Napoleónico y con las luces todavía poderosas de la Revolución Francesa. Hacía pocos años, en medio del torbellino que producía el Iluminismo, el padre del constitucionalismo moderno, que sentó las bases para que hasta hoy la filosofía racionalista situara en el corazón de la organización jurídica de los Estados al Derecho Positivo, había manifestado que “era imposible que Dios, un ser sapientísimo, hubiera dotado de alma a los horribles negros”. Hoy, después de la catástrofe que arrasara la isla, nos preguntamos por qué ese valiente pueblo sigue pagando con su pobreza y expoliación inacabable, la osadía de haber desafiado al imperio de las ideas de la Modernidad Insustentable. En este sitio, devastado, la placa tectónica es la miseria indigna que se conjuga con indecentes desigualdades y con la obscena arrogancia de la oligarquía local.
El Bicentenario de la gesta de mayo en Argentina, se escribe como la primera página de una serie de recordaciones independentistas, que irán desarrollándose en la región, a medida que los bicentenarios nacionales escriban la literatura del  recordatorio de su génesis emancipatoria.
Ubicarnos en las búsquedas bicentenarias implica un breve recuerdo de los orígenes. Definimos como inicios, a título de una mención referencial, a esos tiempos de crujidos, donde por una parte se producía el ocaso de los tiempos medievales,  solapándose con las entrañas de una nueva etapa histórica cuyo núcleo duro se configuraba a partir  del predominio de la razón y la subordinación de la naturaleza y las culturas a los preceptos de la Modernidad, que por otra parte, abría las compuertas para la construcción de una arquitectura geometrizada cuyos ladrillos de verdades inalterables se  legitimaba en isletas disciplinares.
El contorno de las nuevas orillas civilizatorias fue dibujándose con el aporte de diversas vertientes como, entre otras, las de la acumulación mercantil, cuya simiente se asienta en los crecientes intercambios comerciales asimétricos, en la conquista de nuevos territorios por parte de los europeos del renacimiento, en la consolidación de una visión del pensamiento, la cultura y la propia realidad expresada por la autonomía suprema de la razón, y por la construcción de un proyecto histórico donde las formas del conocimiento de la civilización occidental dominaron a la naturaleza y cuantificaron la vida y el mundo.
Lenta e inexorablemente se consolidó el unicato civilizatorio, mediante  la homogeneización de la cultura, y la imposición de un discurso irreductible y fantasmagórico sobre la diversidad y diferencias de los universos material/simbólico. Cuando en 1492 los europeos españoles, prohijados en la fragua  de la lucha contra el invasor árabe musulmán,  llegaron a las Indias,  fortalecieron la sed inextinguible por la conquista, la riqueza y la misión.
Se inicia, de ese modo, el largo y doloroso proceso de la conquista y la colonización. Entre otros  tantos acontecimientos, deseamos resaltar dos que parecieran constituir la savia más expresiva de la colonialidad del poder en estas tierras, que poco después tomarían el nombre de: América.  Inmediatamente se desata desaforadamente la fiebre conquistadora y colonizadora por parte de las potencias europeas, particularmente España, Portugal, Inglaterra y Francia. La posesión de la tierra, el dominio sobre el territorio y sus riquezas y culturas inauguran una fase de colonialismo aún inacabada.
Los dos hechos que deseamos recordar son, el primero, que señala sin ambages la simulación y el travestismo político (de hecho, perfeccionado considerablemente, con el paso de los siglos). El Obispo español Borja, renuncia a su apellido y toma el de Borghia, para ser posteriormente designado como  Papa Alejandro VI, quien en una Bula, narrada con el lenguaje de una metría geométrica vertical, divide la complejidad y exuberancia de América, Abya Yala, para los Pueblos Originales, en dos partes que obsequia, graciosamente,  a España y Portugal. El primer límite que fija la modernidad naciente en nuestra región sobre sus complejos ecosistemas naturales y culturales, considerando a esta cosa como mera externalidad cosificada, es la de un tajo, abismal, brutal y arbitrario, cuya herida, con el correr del tiempo nunca dejó de sangrar y, por ende, no logra suturarse aún.
La otra mención que deseamos hacer es sobre la región que habitamos, el sur de la Provincia de Santa Fe,  haciendo referencia a la geografía  de Rosario y sus entornos, inscriptos en la llamada Cuenca del Plata. La excéntrica palabra inaugural, Plata, impuesta desde las orillas de la conquista a un estuario del sur, del sur del Atlántico, Río de la Plata embudo final de un sistema complejo al que los Pueblos Originales, los Guaraníes, entre otros, le llamaban COMARCA DEL AGUA, desnudaba la embriagadora sed de recursos por parte del conquistador, cayendo como un rayo en día sereno sobre los humedales incomparables, subordinando la relación cultura/naturaleza al trazo racionalista en ciernes, dibujando en la superficie la marca lineal de sus urgencias mercantilistas, dejando grabados  en el ecosistema y en el tiempo, el camino devastador sin retorno, que impondría con su coloniaje. 
La etapa colonial, trasegada en siglos de fundaciones de ciudades, gobernaciones, virreinatos, que asentó su proyecto productivo en  explotación minera, con el formato productivo, entre otros, de la Hacienda levantada sobre el Latifundio y una organización socioproductiva institucionalizada en la encomienda, la mita, el yanaconazgo, la esclavitud negra, sumados todos a la actividad del comercio monopólico, y una función sobredeterminadora de la Iglesia, más un poder político absoluto ejercido de  modo burocrático y piramidal, comenzó a ser socavado lenta pero implacablemente por intereses de distintos orígenes, una serie de convulsiones ocurridas en los distintos rumbos de Latinoamérica, como los levantamientos en los pueblos originales,  comuneros; en correlato con el contexto europeo de las primeras décadas del siglo XIX.



GERMEN REVOLUCIONARIO
El escenario descripto,  con gruesos  trazos, evidencia una etapa compleja, de crecientes interacciones culturales, políticas y sociales, con un diseño productivo que descansa, sin memoria, en un proceso extractivista megaordenado por la minería y el latifundio. Fue en el virreinato del Río de la Plata donde estas contingencias y conflictos internos interregionales se vieron  sacudidos y acelerados en sus procesos reactivos por los acontecimientos de la expansión napoleónica en Europa, particularmente la invasión y conquista de España, mediante el ardid de la abdicación del monarca conservador Fernando VII.
Mayo de 1810 se convierte en un acontecimiento histórico de repercusiones inimaginables. Todo el proceso posterior, hasta la organización definitiva de la República Argentina, estará influenciado, abierta o subterráneamente por esa gesta que se re-crea, re-funda en mayo. Cómo no reconocer que sobre ella se abatió la pluma de la desmemoria y la tinta encubridora de sus afanes revolucionarios, dentro de los contextos epocales.
De estos acontecimientos queremos destacar dos aportes que se vuelven  invalorables, en tanto podríamos considerarlos, entre otros, como nutrientes del Pensamiento Ambiental Latinoamericano: el Plan Revolucionario de Operaciones, redactado por Mariano Moreno, donde se resume el mundo de ideas de la época tamizado con una mirada nacida de las pupilas del sur (aunque imbuida de los aportes de la Ilustración). El otro acontecimiento a enfatizar es el Decreto de Supresión de honores, sancionado por la Primera Junta, luego de que un militar embriagado por las mieses del éxito efímero, en la fiesta organizada para celebrar el primer triunfo de las tropas propias, apenas una escaramuza en el Alto Perú, coronara con hojas de laureles a Cornelio Saavedra, como Emperador de América (desde el punto de vista histórico el gesto de entregarle la corona de laureles a Saavedra da pie a los morenistas para acusarlo de querer apropiarse del poder).
Luego, se sucedieron años de enfrentamientos y desgarramientos entre americanos/as. También se puso en marcha la gesta sanmartiniana que afirmó la independencia de esta región, libertando también, a Chile y a Perú, minando de esta forma, las bases del poder imperial español. Situación que se consolidó a partir del establecimiento de un acuerdo con Simón Bolívar, estratega y político incomparable, que avanzaba desde el norte con su gesta emancipadora, proponiéndose terminar con el poder colonial que subsumía a esta región.
Siguiendo con los grandes trazos epocales, de los primeros años independentistas deseamos resaltar a quien, para nosotros es el padre de la geografía  latinoamericana, grafiada en las metáforas de la diversidad, la interculturalidad y el diálogo de saberes, y que se erige en uno de los primeros oasis para la construcción del Pensamiento Ambiental Latinoamericano. Nos referimos a José Gervasio Artigas, caudillo de la Banda Oriental. Su proyecto de los Pueblos Libres, que en ese entonces involucraba a la región litoral de la actual Argentina, se fundaba en una territorialidad de coexistencias entre las diversas etnias y sus expresiones culturales. Sus cartas dirigidas al poder central y a algunos gobernadores litoraleños son de una riqueza inagotable. Por otra parte, la conformación de un proyecto que territorializa la diferencia, abierto al diálogo intercultural que se proponía como un verdadero proceso revolucionario, en la misma línea del que poco después planteó Simón Rodríguez, el maestro de Simón Bolívar.
El ímpetu emancipatorio encontró límites indefinidos pero imposibles de sobrepasar. Con azoro e infinito dolor advertimos que las cumbres emancipatorias finalizaron sus días en la oscuridad del olvido, del exilio, de los silencios, de los laberintos y de las soledades que compusieron la compañía crepuscular de Bolívar, San Martín y Artigas, y sus ejércitos de Negros, Negras, Mestizos, Mestizas, Mulatos, Mulatas, Pueblos Originales… como los Charrúas de la que se diera en llamar la Banda Oriental.
Luego se inicia una etapa vinculada con la organización política territorial de las naciones recientemente emancipadas, incluida Argentina, hasta mediados del siglo XIX, como desgajamiento de lo que había sido el Virreinato del Río de la Plata, definido en una territorialidad de archipiélago. Durante mucho tiempo el discurso histórico nacionalista identificó la Argentina con el virreinato del Río de la Plata, así la Argentina se presentó como un país que fue perdiendo territorios. Desde este discurso se comenzó a mirar a los países hermanos como cuasi-enemigos. Es imprescindible puntualizar que los países formados de la desintegración del Virreinato son el devenir de procesos socio-históricos muy complejos. Con fronteras flexibles e interpenetrables donde, con frecuencia, y cada vez más intensas, se ponían cara a cara dos Paradigmas: el de la Civilización Occidental y el de los Pueblos Originales, el primero de ellos, cada vez más moderno, escrito con metáforas de la fragmentación propia de la racionalidad instrumental y dispuesto a entrar con vigor en las tierras disuasivas del Progreso.
Finalmente ese proceso de modernización que parecía tan lejano al proyecto colonial desplegado en Latinoamérica, pero que discurría por los ríos subterráneos de tantos rumbos impensados, se presentaba despojado de cualquier lenguaje confuso, y abría sin obstáculos el proyecto de la organización nacional para integrar el territorio con los lenguajes abstractos del mercado, con el pensamiento del economicismo y la palabra vacía, apenas una carcasa sin existencia, de la diversidad cultural y natural.
La Constitución de 1853 se sanciona en un contexto internacional signado por la hegemonía de la filosofía racionalista y el proceso de industrialización conducido por la racionalidad instrumental y la lógica de mercado. Primó la visión kantiana de la realidad basada en los horizontes de la fragmentación que se propuso promover aquello que se ha dado en denominar la esquizofrenia cultural de occidente. Así se profundiza  el hilo conductor anunciado hacía milenios por Platón y alrededor de trescientos años por Descartes cuando proclamaron la cesura entre sujeto y objeto, entre cultura y naturaleza, entre materia y espíritu. Con esos aportes y la percepción del triunfo de una concepción del mundo difundida desde el Iluminismo, se diseñó la arquitectura jurídica de la Modernidad, ningún tiempo posterior a él hubiese sido posible sin su contribución. En realidad, la Modernidad y su Matriz Insustentable no hubiesen sido posibles sin Kant.
Kant define a la naturaleza como un orden que debe estar en la esfera del dominio humano, pues es una materialidad cosificada inanimada. Y abre ese mundo cerrado para que el hombre racional  actúe según los dictados de la ciencia y la tecnología, monitoreados por el Individualismo y la Propiedad Privada. De ese modo la naturaleza y el cuerpo quedan sometidos a las leyes de la causalidad. El dominio de la Razón consiste en generar un proyecto de explotación sobre la naturaleza, considerada infinita, según la investigación científica y la aplicación tecnológica, según las leyes de mercado.
Pero quedaba la reflexión filosófica de la libertad. Y es aquí donde Kant, en la Razón Práctica,  define que la libertad nada tiene que ver con la naturaleza, que es un principio absolutamente diferente, pues se afirma que su ser es la existencia del alma inmortal y la existencia de dios. Y aquí, en esta esfera se piensa la libertad del hombre, la ética y la política. Dos mundos, el mundo de la naturaleza y en el otro borde, lejano e imposible de acceder, el reino del espíritu.
Según esta visión dominante hasta ahora, el hombre tiene la libertad para actuar con rigor científico sobre el reino de la naturaleza, en esta esfera no actúan ni la libertad ni la ética, pues la naturaleza no es sujeto de derecho, según el Derecho Positivo, que tiene sus aposentos en el diálogo con la trascendencia. Ahí está la esquizofrenia cultural de Occidente. Ahí está, en sus gérmenes más explícitos uno de los afluentes, cada vez más contaminados, que habrán de desatar el vendaval de la Crisis Ambiental.


EL CENTENARIO
         1910 se erige como una fecha emblemática y referencial en la historia de los fastos argentinos, se re - crea el mito de surgimiento de la Argentina en 1810. La nación se abrió al mundo para mostrar el devenir recorrido desde mayo de 1810. La Buenos Aires de los festejos estallaba en optimismo y se acercaba a las promesas del cielo anunciado. En realidad, se parecía más al Palacio de Cristal imaginado por Dostoievski que a la fotografía feliz de un tiempo que nunca será. Una serie de muestras, exposiciones, ceremonias, publicaciones difunden las luces opacas del crecimiento económico, la concepción positivista de Progreso inacabable, y la ventura sin fin de una sociedad en estado de ilusión. Ilusión vocablo que en latín significa engaño.
 La idea de la muestra sobre el Progreso y los futuros umbrosos que se abrían también había sido el fundamento para la primera exposición industrial organizada en Londres, en 1861, para celebrar las cumbres civilizatorias y de redención humana que generaban la ciencia, la tecnología y la economía de mercado. Se hizo en una construcción imponente y majestuosa que recreaba un Palacio de Cristal, que más tarde fuera destruido por un incendio.
Todo el país, aún en los rincones más solitarios de su geografía, se engalanó para recordar el supremo acontecimiento del ser independientes y regocijarse, con las promesas inacabables que nos ofrecía, para un futuro sin parangón, la Argentina Agroexportadora constituida por una elite de latifundistas, positivistas y conservadores de variopinta laya. Es menester recordar que en el censo de 1895 el país tenía 3.748.000 habitantes y que posteriormente, la población se duplicará en 1914, alcanzando la cifra de 7.906.000.  Los torrentes inmigratorios habían rediseñado la topología social a punto tal que, hacia fines del siglo XIX la mitad de la población de Buenos Aires era extranjera. Así, toda la región pampeana fue replaneada por la inmigración y el ferrocarril. Un poeta santafesino, José Pedroni, denominó “pampa gringa” a esta llanura.
La Constitución de 1853 y sus modificaciones, pusieron énfasis en  la reunificación del país después de Pavón. El programa puesto en marcha estaba potenciado por los postulados de la religión del Progreso, referente de la Modernidad Insustentable, que catapultó las energías político - sociales hacia el crecimiento económico, centrado en la producción agropecuaria para la exportación, como mecanismo de integración al mercado mundial y algunos incipientes procesos de industrialización. Este modelo pudo desarrollarse en la medida en que se aseguraron dos vertientes claves para escribir el relato de la argentina moderna: inmigración y transporte.
Para que la imagen de integración  y cohesión fuera posible había que integrar al territorio de los argentinos aquellos espacios vacíos, incivilizados y en manos de la “indiada”. Sabemos que, en ese contexto, tuvo lugar la mal llamada “Conquista del Desierto”, para integrar a la Patagonia y la Campaña al Chaco, para anexar la Región del Nordeste.
Esa estrategia basada en el exterminio y la dominación consolidó el sustrato del poder en el país. De ese modo, una concepción de la tierra, conjugada en los más cerriles lenguajes del latifundio, cuyas metáforas tienen la carga de una concepción económica totalitaria y omnívora del mundo, cosificadora de la naturaleza que construyó destruyéndolo todo, abrió las compuertas para la alteración de los equilibrios socionaturales hasta la actualidad. Profundamente devastador de las biodiversidades naturales y culturales, ese proceso “argentino” constituye la inequívoca representación del Paradigma Mecanicista que adquiere dimensión de mito en el mismo momento en que, desde diversos horizontes científicos y del pensamiento, tiene lugar la formulación de la segunda ley de la termodinámica: la ley de la Entropía, que desmonta todo el andamiaje construido hasta entonces, particularmente en los terrenos de las Ciencias Económicas, en la segunda mitad del siglo XIX.
Con respecto al genocidio sobre los Pueblos  Originales y al robo de sus tierras, que  fueron a parar a manos de los dueños del Poder, procesos amparados por la estructura Jurídica del Derecho Positivo, además de manifestar nuestro repudio activo, nuestro acompañamiento sin desmayos y reclamar la exigencia de la reparación histórica y cultural que se les adeuda, -como deuda, por los deudos-, queremos transcribir un acontecimiento-citado poéticamente por Eduardo Rosenzvaig- del que fuera testigo uno de aquellos que integraba las fuerzas de la Conquista, el naturalista Jorge Fontana .
Alrededor de 1880,  relata que vio como los últimos Payaguás, pueblo originario del Chaco, canoeros de los grandes ríos Paraguay y Uruguay, vivían las vísperas de la extinción. Este pueblo vivía, dormía y amaba sobre el agua. Fontana pudo observar a  los últimos diecisiete miembros de la tribu. La lengua Payaguás resultaba la más difícil del mundo, quizás por estar hecha de palabras pronunciadas bajo el agua. Después de infinitas derrotas fluviales, se los ve  invadidos de una profunda tristeza, la de la desaparición, callados, el cuerpo inmóvil, preocupados por acontecimientos remotos que les causan pena, todavía tienen movimiento en armonía con la gravedad. Son los últimos. Hace años que no pelean para no perder a ninguno de los suyos. En el grupo quedan cinco niños que parecen viejitos. No juegan. Se está velando a un adulto y los llantos se arrastran noches y días. Parece no el entierro de un hombre sino de una nación entera, dice el naturalista, la extinción de una especie. Porque la curva de la fertilidad en los sexos ha descendido dramáticamente con la angustia. Es difícil nacer. Parece el entierro de un  mundo, y el naturalista se despide para siempre de esa cultura, anotando, sin ánimo, algunas palabras acuáticas en su libreta. Apenas un gesto.
En ese gesto subyace un legado impostergable, la herencia de esos lenguajes del agua debe ser recuperada, reconstruida, para que nosotros en tiempos de Crisis Ambiental podamos pensar y pensarnos en/con/sobre/desde la conmemoración del Bicentenario. Es un proceso pedagógico el que nos interpela. Desde esta pedagogía habrá que ponerle nombres a los silencios antropológicos. Las voces acalladas serán audibles si se deconstruye el decorado conceptual que las silenció y tornó invisible su existencia. Nuestras nuevas voces tendrán el aliento de  la voz cultural de todos los manantiales latinoamericanos para confirmar el Pensamiento Ambiental que estamos gestando. Ese gesto se inscribe en  nuestro propio gesto. Ese gesto incolmable será el que nos atraiga para imaginar desde el Bicentenario las tierras de la emancipación.

BICENTENARIO
            Ya nos encontramos en los escenarios del Bicentenario. El siglo XX dejó huellas profundas e imborrables en la piel de la tierra y en el alma del pueblo. Ha sido el siglo más violento y desolador de todos los tiempos. Las guerras de exterminio generalizado e inhumano, Hiroshima, la invasión de países y la destrucción pensada y planificada hasta el hartazgo al calor de Doctrinas como la de la Seguridad Nacional y el control ejercido por los dueños del poder a través de organismos internacionales como la OMC, son ejemplos de los azotes de estos tiempos.
América Latina ha contribuido a ese estado de convulsión y violencia  generalizada, al poner en marcha planes como el denominado Cóndor, el de la Seguridad Nacional y otros que fueron fuentes inagotables de represión y entrega de los patrimonios naturales y culturales. En Argentina se cimentó ese escarnio general con el gobierno de la Dictadura Militar Genocida, asociada a los capitales trasnacionalizados que comenzaron a ejecutar, a sangre y fuego, el proyecto Neoliberal de acumulación, pillaje y devastación natural y aniquilamiento social.
La conmemoración del Bicentenario se hace en el contexto de la vigencia de un gobierno constitucional que ahonda y afianza el derrotero del estado constitucional recuperado en  1983.
Desde la Escuela de Educación y Formación Ambiental “Chico Mendes” nos asociamos a todas las expectativas populares por los fastos del Bicentenario. También acordamos en que estos festejos deben tener el espacio de realce, de recordación y de recuperación de nuestras mejores prosapias históricas, de convocar a la ciudadanía para exteriorizar su imaginario en relación a un futuro común y emancipador, para todas y todos, desde Argentina y para Latinoamérica.
Sin embargo, nosotros nos vemos interpelados por la crisis ambiental.  Crisis que impacta en el planeta entero y que en nuestro país y en nuestra provincia emerge desde las grietas cotidianas de la realidad ya sea como Cambio Climático, como Efecto Invernadero, como Sequías e Inundaciones, como enfermedades que en principio tienen diagnósticos confusos y que luego se comprueba que son generadas por los efectos contaminantes de los aparatos productivos, y por otra infinidad de dolorosas cuestiones cotidianas como el crecimiento de la pobreza, la exclusión, el deterioro irreversible de ecosistemas naturales, por la deforestación, la erosión y el consumo descomunal de energía.
Sobre esto podemos afirmar, como lo dicen organismos internacionales que la instalación y sostenimiento de un modelo productivo al que denominamos de agricultura industrial afecta nuestra soberanía alimentaria, la biodiversidad, expulsando poblaciones locales hacia la periferia de las grandes ciudades, aumentando los niveles de pauperización y exclusión y poniendo en riesgo la salud de las poblaciones rurales y urbanas.
Desde  este marco conflictivo ambiental que tiene el siglo XXI, afirmamos que  la crisis ambiental es una crisis civilizatoria, crisis terminal de una etapa histórica que ignora lo diferente en aras del utilitarismo de mercado y su desasosegado individualismo.
Miles de movimientos sociales, académicos, culturales, pueblos originales y culturas populares de la región irredenta estamos pensando y construyendo el pensamiento ambiental latinoamericano y compartimos el legado que nos dejara Simón Rodríguez, maestro de Simón Bolívar, “O INVENTAMOS O ERRAMOS”. Este, nuestro pensamiento ambiental latinoamericano, emerge desde los escombros del mundo economizado, paisaje erosionado por las agujas del corto plazo productivista, desnuda el alfabeto matematizado del cientificismo tecnologizado,  y va re - imaginando  al mundo desde otras estrategias del poder y desde una nueva geopolítica del conocimiento.
 El Pensamiento Ambiental Latinoamericano repiensa las cartografías cognitivas y con audacia refundacional desmantela el conocimiento objetivo, universal, mecanicista, convalidado por las ciencias positivistas y su ilusión de Progreso. Torna inviable la visión militarista  sobre la naturaleza acuñada por el engaño moderno, sostenida en la cultura esquizofrénica de un sujeto desvinculado de la naturaleza y la cultura, subyugado por la eficiencia del mercado. 
El  Pensamiento Ambiental Latinoamericano construye con el concepto Ambiente la clave vital de su geoestrategia.  Salta sobre los cauces  ecologicistas y economicistas hegemónicos y de sus intentos de internalizar las externalidades,  para abrevar en una territorialidad del ser ambientalizada, compleja, interdependiente, enriquecida en el  Diálogo de Saberes,  esboza una epistemología alternativa al  Paradigma Occidentalocéntrico, abriéndose a una relación diferente entre naturaleza y cultura, a tono con el desmontaje del edificio geométrico  postulado por la concepción cartesiana kantiana.
El Ambiente como Complejidad Ambiental alimenta al Saber Ambiental en cuyas gramáticas se hunde sin remedio la lógica de los dualismos incontrovertibles, sepultada por la nostalgia de lo que no pudo ser. El diálogo de diversidades conjuga una encrucijada inédita orientada a resemantizar la filosofía, la geografía, la propia historia y el conjunto de las ciencias.
En esta encrucijada  el Pensamiento Ambiental Latinoamericano galvaniza su legitimidad histórica cuando inscribe en su ethos a los saberes indígenas, a las culturas populares, a la revolución científica contemporánea,  forjando una nueva poética  emancipadora orientada hacia la descolonización del Poder y del Conocimiento Insustentables, donde fraguará una inédita relación entre cultura y naturaleza para que la economía y la vida puedan hospedar los sentidos creativos de la cultura. El Pensamiento Ambiental Latinoamericano impulsa la subversión epistemológica  para que arraigue en los territorios el desafío de la Justicia Ambiental, la Racionalidad Ambiental, el Saber Ambiental y la pulsión infinita del deseo del buen vivir…
La etapa final de la Modernidad Insustentable se impuso con los golpes de fusta del modelo de acumulación y dominación conocido como Neoliberalismo. En Argentina y aquí mismo en nuestra provincia, como si se confirmara el hilo conductor que tejió nuestra colonialidad desde la conquista, consolidada como nunca desde la turbiedad de la globalización, el LATIFUNDIO GENÉTICO, se convierte en una estrategia de dominación y destrucción, exclusión con el formato de Refugiados Ambientales, tanto rurales como urbanos, que avanza tercamente hacia los tiempos de la desolación.
Embebidos de la construcción del Pensamiento Ambiental Latinoamericano y como lo postularon sus más reconocidos pensadores decimos que, en el contexto de esta geopolítica, se hace imperioso repensar los procesos productivos y de consumo, así como la investigación y la educación. En este sentido, la racionalidad ambiental y el saber ambiental ofrecen un paradigma sustentable, al tiempo que incorpora nuevos valores éticos al debate político que trasciende el simple cálculo económico y la elección racional de opciones en una toma de decisiones hacia la sustentabilidad regida por el cálculo económico e informada por la ecología.
El límite de la sustentabilidad en la racionalidad ambiental no se sostiene solamente en bases ecológicas y en la ley de la entropía, sino también en términos de equidad, en un proyecto de democracia y de justicia social. La cuestión de la distribución económico-ecológica se traduce en una política de la diversidad y de la diferencia, en una ética de la otredad, que vienen a cuestionar los principios de organización de la vida humana, más allá de la economía, en la subjetividad remitida al yo individual, y a una objetividad de la realidad sujeta a la unidad y a la universalidad del mundo. La apertura hacia la otredad es el encuentro con un Otro que no es asimilable en lo mismo. La otredad se sitúa en la exterioridad, en la complejidad, en la muerte entrópica, donde ya no puede pensarse al otro como un alter - ego, como un reclamo de reciprocidad y de igualdad desde el egocentrismo del yo, del logocentrismo de la racionalidad científica, del individualismo derivado de la racionalidad económica y jurídica que exigen igualdad y mismidad en el encuentro con el otro. La otredad remite al ser que busca emanciparse de su otro opresor: a los lenguajes de las culturas locales frente al monolingüismo del otro; a la ecología frente al poder hegemónico del capital; a los “derechos comunes a los bienes comunes” frente a la propiedad privada como lógica de un poder supremo global; al yo femenino y a las identidades diferenciadas y complejas – de género, de formas culturales de ser – que se afianzan en su exigencia de igualdad en la diferencia, que no demandan igualdad en un mundo homogéneo, sino que buscan comprensión de su otredad y reivindican sus derechos a la diferencia.
Esta crisis civilizatoria impulsa un cambio de racionalidad social que conlleva una reinvención de la producción, donde más allá de la ecologización posible de la economía, se construya una nueva racionalidad productiva, una economía de la vida sustentada en los potenciales ecológicos del planeta y en la creatividad de sus culturas: un mundo global construido por las relaciones, alianzas, sinergias interculturales.
Desde la Escuela de Educación y Formación Ambiental “Chico Mendes”, arraigados en el Pensamiento Ambiental Latinoamericano, reimaginando un mundo donde prosperen el diálogo de Racionalidades, que pueda romper el corset arrasador de la Racionalidad Instrumental, repensando la Educación desde las semánticas del Saber Ambiental, impulsado por la Ética de la sustentabilidad, frente a los festejos del Bicentenario de nuestra Independencia, proponemos reflexionar colectivamente sobre estas ideas:
-          asegurar la Justicia Ambiental;
-          promover alternativas económicas que contribuyan en el desarrollo  de nuestros mundos de vida ambientalmente seguros;
-          garantizar nuestra libertad política, económica y cultural, negada por quinientos años de colonización y opresión, que promovieron el envenenamiento de nuestras tierras y comunidades y el genocidio de nuestros pueblos,
Por ello, afirmamos , adoptamos y exigimos, entre otros, los siguientes principios de Justicia Ambiental, tal como lo postulan las redes de justicia ambiental que integramos:

1-La Justicia Ambiental afirma la sacralidad de la tierra, su unidad ecológica, e interdependencia de todas las especies que, además, gozan del derecho imprescriptible a no ser objeto de destrucción ecológica;
2- La Justicia Ambiental exige que las políticas públicas se basen en el respeto mutuo y en la justicia para todos los pueblos sin exclusión, libres de toda forma de discriminación y preconceptos;
3- La Justicia Ambiental proclama el derecho al uso responsable, ético y equilibrado del suelo y de los bienes renovables en aras de un planeta sustentable para los humanos y para todas las formas de vida;
4- La Justicia Ambiental clama por la protección universal contra los ensayos nucleares, contra la producción y derrame de venenos, desechos tóxicos y peligrosos, que amenazan el derecho fundamental a gozar de aire, suelo, agua y alimentos sanos y limpios;
5- La Justicia Ambiental afirma el derecho fundamental de todos los pueblos subyugados a la autodeterminación política, económica, cultural y ambiental;
6- La Justicia Ambiental exige el cese de la producción  de materiales tóxicos, peligrosos y radioactivos, y que sus productores, antiguos y actuales, sean severamente responsabilizados ante el pueblo y obligados a desinfectar y descontaminar todos los ámbitos de producción, industriales y rurales;
7- La Justicia Ambiental exige el derecho irrestricto para ejercer la participación igualitaria en cualquier nivel del proceso de decisiones, incluyendo en esta exigencia la definición de las necesidades, y sobre el planeamiento, ejecución y  evaluación de los proyectos de desarrollo;
8- La Justicia Ambiental afirma el derecho de todos los trabajadores y trabajadoras a tener un ambiente laboral seguro y saludable, sin que sean forzados o amenazados  a escoger entre una vida insegura y el desempleo. También afirma el derecho de todos y todas que trabajan en su propia morada a estar libres de riesgos ambientales;
9- La Justicia Ambiental protege los derechos de todas las víctimas de injusticia ambiental, exige la obligación de compensarles con indemnizaciones justas por los daños generados y, también, el derecho a obtener un tratamiento médico de calidad y gratuito;
10- La Justicia Ambiental considera actos de injusticia ambiental producidos por los gobiernos como una violación a la Ley Internacional, a la declaración Universal de los Derechos Humanos y a la Convención de las Naciones Unidas sobre el Genocidio;
11- La Justicia Ambiental deberá reconocer una relación legal y natural especial a los pueblos originarios por acuerdos, convenios y tratados que afirmen su soberanía y autodeterminación;
12- La Justicia Ambiental afirma la necesidad de promover políticas urbanas ambientalmente sustentables y políticas rurales libres de contaminación con el objeto de reconstruir las ciudades y los territorios rurales en equilibrio con la naturaleza, honrando la integridad cultural de  todas las comunidades y garantizando el acceso justo de todos al usufructo integral y sustentable de los bienes naturales;
13- La Justicia Ambiental clama por la obediencia irrestricta a los convenios acordados para poner fin a los ensayos genéticos y a procedimientos médicos que tomen como objeto de experimentación a los seres humanos;
14- La Justicia Ambiental se opone sin concesiones a las acciones destructivas de las empresas multinacionales;
15- La Justicia Ambiental se opone a la invasión y ocupación militar, a la represión, a la explotación de tierras con fines colonialistas, a la explotación de todas las formas de vida;
16- La Justicia Ambiental afirma la imperiosa necesidad de educar a las generaciones presentes y futuras, poniendo énfasis en los temas ambientales y sociales, una educación fundada en la experiencia y en el respeto, sin concesión, por la diversidad cultural;
17- La Justicia Ambiental requiere que todos y todas, sujetos complejos, escojamos formas de consumo sustentables con el objetivo de desterrar el consumo depredador de los bienes naturales,  producir un menor volumen de basura, tomar decisiones afirmadas en la ética ambiental, y cambiar las prioridades en nuestros estilos de vida, de modo que pueda asegurarse la salud del mundo socionatural para las generaciones presentes y futuras.
Este alegato recupera la palabra silenciada y abre la perspectiva a un escenario de diálogo de racionalidades. Un diálogo donde la interdependencia y retroalimentación entre Educación Ambiental, Ecología Política y Economía Ecológica supere los caminos engañosos que embarraron su desarrollo en las últimas décadas, suelo contaminado abonado por el desarrollo sostenible, difundido por tanto especialista de agencias internacionales y pedagogizado por tecnócratas de la educación dispuestos a transformar el sistema educativo desde las marismas enturbiadas por su propio linaje epistemológico de fragmentaciones.

Este Manifiesto del Bicentenario , continúa el viaje iniciado por el Manifiesto para Ambientalizar la Vida,  de una permanente  reescritura y reelaboración, a la que convidamos...con la convicción  de que se irá enriqueciendo colectivamente a partir de la alegría que nutre los corazones militantes de quienes cotidianamente luchamos por la defensa de la vida de todas las vidas.